Se encontró la foto por la calle un día que andaba despistado. Iba a casa de sus padres, a conocer a sus tíos de Sudamérica. Se la guardó en el bolsillo, no sabía bien por qué. Es posible que hubiera visto Amelie demasiadas veces, pero qué importaba. Al principio, pensó que simplemente llevaba una foto de carnet de una desconocida en un pantalón que se ponía a menudo. Pero cuando se dió cuenta de que sacó la foto para lavarlos y luego volvió a incorporar la imagen a su ropa pensó que lo que hacía no era algo confesable. Muchas noches, miraba la foto durante largos minutos, antes de dormirse y soñar situaciones subidas de tono con ella. Al día siguiente se comía la cabeza pensando en lo estúpido que era obsesionándose con una fotografía de una desconocida que había recogido hacía dos semanas. ¿Y si se la cruzaba por la calle? ¿Le diría algo? ¿La seguiría? ¿Pasaría de largo?
Su madre le volvió a llamar el domingo por la mañana para decirle que fuera a comer. Se puso los famosos pantalones con un solo bolsillo vacío y se puso a andar muy alerta, por si alguna de las vecinas le resultaba familiar. Se quiso morir cuando vio el resto del cuerpo de aquel rostro andando por la misma calle que él. La siguió. Se quiso morir cuando entró en el mismo portal que él y se metió en el ascensor. Se quiso morir cuando, después de subir andando cuatro pisos para que no pensara que la seguía se la encontró en casa de sus padres llamando mamá a su tía.

1 comentario:

London Inspection dijo...

UUf, que fuerte... no se como calificar esta entrada, si como interesante, como dramática, o como la narración de una broma pesada del destino. A lo mejor no tiene calificación.

Protegidas!

About

:)