Sólo fue una cuestión de mala suerte. Y es que no nos pusimos de acuerdo. Yo le cedía el paso y él a mí. Yo se lo volví a ceder y él me hizo seña de que pasara. Parecía que no se fiara Le volvía a hacer seña y él a mí. Por un momento nos quedamos los dos parados, ¡y justo cuando arranco se le ocurre pasar! Porque llevaba yo el coche. Si llega a ser a la inversa, a ver quién estaría ahora contándolo. Lo que más me fastidia es que tuviera que ser yo precisamente quien lo atropellara. Yo siempre se lo he dicho a mi mujer: tenía que estar prohibido que la gente pasara por los pasos cebra. Son criminales.

No hay comentarios:

Protegidas!

About

:)