Soñamos con ese lugar, un sitio en el que nos sentimos protegidos. A salvo. Ignoramos qué es lo que vendrá. Pero parece positivo arriesgarse. Los principios son duros. Este no tendría porqué serlo menos. Pero dame un poco de tiempo. Hoy será Joyce. Mañana, Shakespeare. Y pasado Victor Hugo ¿Qué fue antes? Ni me acuerdo ya.

No sé si habré vuelto a equivocarme pero creo que este es un buen lugar por el que volver a empezar...

All people dream with that place, the place in which we feel ourselves protected. Saved. We all ignore whatever is coming. But it sounds good to take a chance. All the beginnings are hard. This one shouldn't be different. Just give me time. Today will be Joyce. Tomorrow, Shakespeare. The day after Victor Hugo. What was before? I don't even remember.

I do not know if I would be wrong but I think this one is a good place to start again...

Nous rêvons de ce lieu, un endroit dans lequel nous nous sentons protégés. À sauf. Nous ignorons ce qui est ce qui viendra. Mais risquer semble positif. Les principes sont durs. Cet n'aurait pas de cela il être moins. Mais donne-moi un peu de temps. Aujourd'hui ce sera Joyce. Demain, Shakespeare. Et passé Victor Hugo. Qu'est-ce qui est été d'avance? Ni je me souviens déjà.

Je ne sais pas si j'aurai recommencé à me tromper mais je crois que c'est un bon lieu par lequel recommencer à commencer...
Y lo cierto es que llueve. Y hoy me he mojado sin importarme si quiera por buscar un sitio en el que aguardar que pasara la tormenta. Hoy llueve, otra vez. Aunque mientras esperaba a mi sol no imaginaba lo que ocurriría a continuación. Y lo cierto es que no me ha gustado mucho.

- ¿A los gatos les gusta la lluvia? Qué más dará eso ahora, ¿verdad?
- No, a mi me importa.
- Pues bien, la respuesta es no. No, a los gatos no les gusta la lluvia.
- Pues hoy he visto un gato. Bajo la lluvia. Y encima lloraba.
- ¿Por qué llorará un gato?
- Por el tiempo, creo. Que se le escapa. Se le escapa el tiempo y no sabe como pararlo. Creo que todo se le ha puesto en contra y el tiempo no ayuda.
- ¿Tendrán los gatos reloj?
- Sí, de pulsera. Y les dan cuerda todas las noches antes de ir a dormir. Por si acaso. Por si acaso el día de después es mejor. Por si acaso el tiempo da una tregua.
- Malditos gatos. Les voy a comprar relojes a pilas.
- Eso seguro que lo arregla todo. Pero, creéme, a este gato se le escapará el tiempo igual. Lástima. Jamás debió empezar sabiendo que no le daría tiempo, ¿no crees?
Sólo quería ser amable. No me molestan los silencios, pero se le veía tan callado que no quise hacerle sentir mal. De las veces que he subido en ese ascensor no creo que los tres minutos que dura el trayecto desde el piso 17 hasta el sótano se convirtieran en tres minutos hablados. Pero no hablados de cualquier manera sino a la velocidad del rayo a la vez que atinando en cada palabra. Sabiduría. Eso no puede ser otra cosa, me dije yo. Si tiene ese poderío hablando de algo tan trivial... Y lo malo es que tenía razón. No se equivocó, no. Perfecto. En fin. Qué le voy a hacer. Yo sólo quería ser amable, así que en un ascensor se me ocurrió hablar del tiempo. Evitando así la incomodidad.

- Parece que va a llover, ¿verdad?
- En el interior peninsular, poco nuboso aumentando a nuboso con nubes de evolución diurna y posibilidad de chubascos localmente moderados y tormentas, más probables en zonas de montaña del noreste, centro y suroeste peninsulares. En el resto de la península y en Baleares, poco nuboso con intervalos de nubes altas, salvo en el litoral cantábrico donde habrá algún intervalo de nubes bajas y en Mallorca con nubosidad de evolución. Las temperaturas, sin embargo, se mantendrán sin cambios o en ligero descenso. En el noroeste peninsular y cantábrico, viento del nordeste soplará de flojo a moderado con intervalos de fuerte en el litoral gallego. Por lo demás sin cambios respecto a la previsión de ayer noche.

Y con una sonrisa y un buenos días acompañó el cierre de la conversación. Exactamente igual que en el telediario. El nuevo hombre del tiempo. Sí señor. Y yo sé dónde vive.
El azar desea cosas imposibles para instantes imposibles. El azar, más caprichoso si cabe que el destino, ha hecho que en el momento menos pensado suene una canción en una espera de tren. No divagaré sobre la actualidad de los temas del hilo musical. Pero sí me acordaré de las noches adolescentes en las que me dormía escuchando canciones como esta. No fue mi preferida. Olvidé la letra y la melodía se oxidó en mi cabeza. Pero jamás podré olvidar que una parte de ella decía lo que creí que sería una verdad, que el amor verdadero es tan sólo el primero, que puede que los demás sean sólo para olvidar... Me muerdo la lengua. La pregunta lucha por romper el silencio, hasta que me doy cuenta de que no vale la pena conocer la respuesta. La intuyo y eso basta. Mis palabras mueren, se pierden y viajan al limbo de las preguntas que nunca nacieron. No tengo ganas de visitar ese cielo.

Puede que el amor verdadero sea tan sólo el primero. Pero puede también que nunca nos demos cuenta de cuál es ese amor verdadero. De cuándo amamos de verdad por primera vez. Nunca lo sabemos. Puede que en este preciso instante mi amor verdadero lleve un póker de ases en la mano.

Y ella se enamora otra vez. En ese tiempo suspendido. El tiempo justo para lanzar un beso al aire y volverse a mirarle en el último segundo.


Nací en Septiembre. Ese mes frío. O cálido, según se mire. Desapacible por todos lados. Ni invierno ni verano. Ni para ti ni para mi. Me gustaba jugar solo, pero nunca me faltaron los amigos. Crecí con Barrio Sésamo y sin Play Station. Creo que fui un buen estudiante, al menos cuando los sobresalientes aún tenían algo de valor. Me parece que me enamoré, pero no se enamoraron de mi. Fueron años dulces y la despedida no me amargó sino que me hizo más fuerte, como los buenos alcoholes, esos que nunca he probado. Quise a mis padres y ellos me quisieron a mi. Nunca tuve mi minuto de gloria, pero tampoco lo necesité. Encontré mi amor verdadero. Tuve un libro. Planté un hijo. Pero sólo para llevar la contraria. Nació en Septiembre, ese mes frío. Pero él es feliz.

Lástima que el pasado sea tan claro y el futuro tan incierto.

Septiembre, al fin y al cabo. Siempre me enfrento a él esperando que sea un mes bonito. Quizá esta vez... Ojalá esta vez lo sea.




De uno de los pisos desciende una melodía claramente perceptible.

¿Sabe? Es el nuevo vecino, que se acaba de mudar. Yo sabía que vendría un músico a ocupar el ático. Pero llevamos mucho tiempo esperándolo. Es un piso precioso, con mucha luz, mucho espacio. Yo lo sé porque era amiga de Victoria, la dueña. Nos pasábamos las tardes tomando té a eso de las cinco. Toca el violín, lo vi el otro día en el ascensor. Correctísimo. Elegante, manos suaves. Fíjate yo hubiera dicho que era pianista. Pero, ¡qué va! El violín, igual que yo. Si no fuera porque mis dedos ya no son lo que eran, seguiría tocando hasta deshacerme las yemas. Victoria, su madre, mi amiga, siempre hablaba de él. Tan ocupado en sus conciertos aún encontraba tiempo para visitarle, muy de tanto en tanto, pero ella sabía que la quería y que si no fuera porque... Vaya, porque somos una lata, se pasaría la tarde tocando para ella.

Cesa la música y alguien toca a la puerta. Al abrir, ahí está él. Correctísimo. Elegante. Manos suaves. Cansado y triste. En su rostro, una sonrisa lucha por amanecer en sus labios.

Buenas tardes, soy Hugo, el hijo de Victoria, ya me conoce. Toco el violín y mi madre me dijo que usted, de joven, también lo hacía. Estoy practicando una nueva pieza y... Bueno, estas paredes son de papel y seguro que me estará escuchando. Me pregunto si le importaría que ensayara con usted. Para hacerle compañía. Son las cinco, hora del té. Así de vez en cuando también podría contarme cosas de mi madre... Porque, ¿sabe? No fue suficiente. Nunca es suficiente.

Y de mi piso fluye una melodía perceptible. Claramente reconocible. Hábiles dedos sobre las cuerdas. Alguien interpreta una partitura clásica. Una fracción de eternidad que todo lo cambia. Un fragmento de perfección en la ápera corriente de vida humana. Mi corazón tranquilo late al ritmo de un adagio básico.

Mi corazón, tranquilo ya, late al ritmo de un adagio, básico. Y todo gracias a ti.


Sueña con poder sentirlo. Un espacio fuera del tiempo en el tiempo. Pero, ¿cuándo? Ignora si el momento va a llegar. Y seguirá ignorándolo. Por mucho que intente pensar lo contrario. ¿Cuándo llegará ese abandono que sólo es posible entre dos personas? La quietud que dice sentir cuando está sola, esa certeza de nosotros mismos en la serenidad de la soledad no son nada comparadas con ese dejarse llevar, ese dejarse llegar y dejarse hablar que se vive con alguien, en cómplice compañía... ¿Cuándo? Cree que hoy es la primera vez. Aunque igual se equivoca, de nuevo. Y se regodea en su error porque fuera llueve y nadie sabe cuándo dejará de hacerlo. Llueve... Otra vez. Y ella sigue soñando sin esperar ya su momento fuera del tiempo.

Me queda la extraña sensación de que estabas pensando en otra cosa.



Silencio de la mañana... Acordarme de la comida del gato... Ha visto mi patinete es la tercera vez que me lo roban... Ya hace calor y ni siquiera son las diez... Llueve tanto que parece que es de noche... Tenemos el tiempo justo la sesión es a la una... Quieres quitarte el impermeable... Taza de té amargo... Silencio de la tarde... Quizás estemos enfermos a fuerza de tener demasiado... Todos esos bonzos que regar... Anda está nevando... Y esas flores qué son... Cielo otoñal qué tristeza... Los días acaban tan pronto ya... Sabe todo llega cuando tiene que llegar para quien espera... Cómo se llaman sus padres... Qué cansancio... Para comer nueces no hace falta mantel... Cáspita le moquea la nariz... Corto champiñones en rodajas muy finitas...

¿Y después?

¿Después? Silencio, por favor. Absoluto.


Protegidas!

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