Rescatar viejas emociones nunca viene mal. A veces se trata de una lágrima que cae al final de una película. Una sonrisa congelada en una fotografía en blanco y negro. Un latido particularmente acelerado que sigue el ritmo de una canción olvidada. Son ellas las que te recuerdan que sigues vivo, respirando. Son ellas las que te recuerdan que vale la pena esperar en una parada de autobús cuando diluvia. Cuando tienes prisa y los semáforos no se ponen en verde para ti. Y cuando la mayor parte de un examen trata sobre la clase que decidiste pasar en la cafetería. Pero lo superas, porque hay que seguir adelante. Porque no sabes hacer otra cosa. Para eso están aquella lágrima, fotografía en blanco y negro y canción olvidada. Rescátalas. Nunca sabes cuándo puedes necesitarlas. Igual Murphy aparece pronto. Hoy llueve y cogerás el coche para ir a aquél examen del que te has olvidado completamente.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Momentos guardados en cajas son imprescindibles cuando las cosas se tuercen. Yo ya sé qué canción escoger, qué película ver y qué foto enmarcar. Y todas tienen algo en común...

pati dijo...

Hoy llueve y rescato muchas de las lágrimas que prometí no volver a derramar...

Nunca viene mal.

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