Pensó que no se atrevería y por eso se lo dijo. La primera batalla oficial de bolas de nieve estaba a punto de dar comienzo. Era verdad que no eran horas. Aquellas no eran horas, tendrían que haber estado en casa, calentitos, junto al fuego. Pero es que… ¡acababa de nevar! Y sólo querían jugar. Además, estaba situado en un lugar estratégico, desde allí se veía todo el pueblo, con sus casitas de cuento cubiertas por una capa blanca, como si fueran tartas recubiertas de azúcar glas. Desde allí la postal era perfecta. Normal que lo hubieran escogido. Y estaban ellos allí jugando, lo que les ofrecía la oportunidad de meterlos en el relato. Jugaban, se perseguían, se tiraban al suelo, reían… Y entonces se lo dijo. ¿A qué no te atreves? ¿Qué no? Ahora verás. Y en riguroso directo una bola de nieve le golpeó en la cabeza. El pobre periodista no pudo hacer otra cosa que sonreír y seguir contando su historia.

1 comentario:

London Inspection dijo...

Nieve... precisamente este fin de semana podre hacer una guerra de nieve como Dios manda, despues de tantos años. Me acordare del periodista.

-Lucas.

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