Hacía años que no probaba uno de estos… ¿Cómo dices que se llaman? Scoops. ¿Scoops? Vaya nombre tan gracioso. Y con el caramelo en la boca recuerda aquella tarde de colegio. Lo había pensado casi al milímetro para que nada saliera mal. Tenía dos reales que ahorrados desde hacía lo que para él parecían siglos, y con ellos podía llevar a cabo sus planes. Fue al colegio por el mismo camino de siempre, con los mismo amigos de siempre, y como señal le guiñaría un ojo al hombre de las golosinas. Más tarde, pasando el dinero por la rendija de la puerta consiguió los caramelos. Si estallaban en la boca, imagina lo que harían bajo el peso de profesores y compañeros de clase. Esparció las bolsitas por el suelo y ocupó su pupitre como alumno ejemplar. Cuando subieron todos del recreo la clase empezó a sonar igual que un batallón disparando… No podía dejar de reír tras ver sus caras de alarma, y ellos se reían al ver que era una broma.

¿Scoops? Petazetas de toda la vida vaya.

3 comentarios:

María Biloba dijo...

¡Hola!

Me gustó este escrito, y observando por encima, el resto también...En cuanto tenga más tiempo los miraré, por eso te he añadido a mi lista de blogs.

Saludos.

Anónimo dijo...

Me encantan las historias.¡Buen trabajo!

Saturnino Domínguez dijo...

En mis tiempos eramos más de pastillas juanolas.No he tenido el gusto de conocer los "scoops" esos,pero si vuestro blog,que me parece estupendo.
¡Seguid así!
Atentamente,
Saturnino Domínguez

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