La emoción te embarga. Las lágrimas recorren tus mejillas. Sin poder evitarlo. Sin querer evitarlo. Y no por la fachada barroca. Y no por el dolor de cada uno de tus músculos. Las lágrimas no se derraman por haber alcanzado la meta o porque la aventura se acabe.

Aquel día, las lágrimas se deslizaron suavemente de mis ojos por todos y cada uno de los días que habíamos compartido. Por aquel amanecer que compartimos juntos. Por la primera estrella de la mañana. Por el verde puro de los prados, por el azul límpido del cielo. Por el cansancio, por el dolor pero también por las caricias, los abrazos, las muestras de cariño, de ternura, de amor.

Y porque habíamos conseguido llegar juntos. Y porque nada nos había detenido. Porque hemos aprendido a caminar juntos. Porque nuestro primer viaje juntos me había enseñado tantas cosas de ti, de las que ni siquiera aún me he dado cuenta. Un paso tras otro a tu lado me ha demostrado que tenemos que viajar juntos, uno al lado del otro, que tenemos que navegar en la misma dirección, que tenemos que complementarnos, que tenemos que ayudarnos. Que me tiendes la mano cada día de forma tan sincera que sería un error no darse cuenta. Algo ha cambiado. Algo ha tocado nuestra vidas por siempre y para siempre. Tengo tantas esperanzas puestas en este año que empezamos juntos. Vívelo conmigo, junto a mí. Yo no quiero perdérmelo, ¿y tú? Siento que este viaje nos ha unido, nos ha hecho fuertes, que estos pasos me ayudarán mirar hacia delante, a aprender a perdonar, a comprenderte mejor. Ojalá sea así, porque aún tengo muchas ganas de seguir caminando contigo. Y no he encontrado mejor metáfora que éste camino para convertirla en realidad.

Serán tantos y tantos buenos recuerdos a los que volveremos juntos que tiemblo al pensar que se me escape algún detalle, alguna sonrisa, alguna caricia... Prométeme que estarás conmigo para no olvidar nada...

... Y te doy las gracias, de corazón, por querer vivirlo conmigo.

No hay comentarios:

Protegidas!

About

:)