- Si tú no sales, yo no salgo, ya lo sabes.
- Vale, pues yo no voy a salir, lo siento.
- Está bien. Aquí nos quedamos.
Y allí estaban, esperando el milagro.
- Pero si es que puedes arreglarlo.
- No, no puedo.
- Sí que puedes. Primero, porque sabes cómo hacerlo, que ya es más de lo que yo sé.
- Pero, ¿por qué yo?
- Segundo, porque no pienso quedarme aquí sentado, escuchando la radio toda la noche. ¿Prefieres que llame a cualquiera?
Ella se lo piensa.
- No.
- ¿Entonces, sales?
- Salgo. Pero que conste, llueve. Que conste, tú no sales porque sólo hay uno de estos. Que conste, me va a llevar tiempo. Que conste, no se lo diré a nadie porque...
- Me encantas.
- Anda... Pásame el chaleco y la llave en cruz.
Y es ella la que sale a la lluvia a cambiar la rueda.
2 comentarios:
Y ella sera la heroína de la noche. Porque ella sabe cambiar ruedas, y él no. Y él saldría con ella bajo la lluvia de no ser porque solo hay uno de esos chalecos reflectantes. Y es que solo es obligatorio llevar uno, aunque siempre es recomendable llevar dos. Y a él le encantaria que hubiese otro, porque querria salir a ver como ella le da una lección de mecánica básica.
Y luego ya encontraria la manera de compensarle el esfuerzo. Porque ella le encanta.
Cuántas dudas!!! mmmm... Hay que salir!!!! ; )
Un abrazo.
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