- No vendrá, ya verás.

- Sí lo hará, no seas así...

Y aquel aquí nos encontramos después de uno de esas miradas que tanto he echado de menos fue casi mágico. Como uno de esos sueños que parecen reales. Ni siquiera sabía si realmente estaba allí, sólo intenté guardar la compostura cuando lo único que me quería era saber que seguía siendo la misma. Supongo que sentí como la brecha del tiempo me daba una tregua. Volví a mis quince años, a mi uniforme del cole y a la clase de la chica que hace musicales. Apenas serían cinco minutos, una mirada que me contó que era feliz, un disparo que mi hermana convertirá en foto en blanco y negro y un montón de recuerdos que te asaltan sin previo aviso. ¿Cómo puede cambiar tanto algo tan insignificante como el coincidir en el mismo patio de butacas?Un respiro. Un guiño. Tranquilidad. Una lágrima de emoción. Y sentir cómo los latidos bailan al compás de una coreografía que no te pertenece.

Y tonta de mí, que ensayé el saludo, pero no la despedida.

1 comentario:

Juanma González dijo...

Ey, yo lo vi desde lejos...

Te hacia tanta ilusión, habías hablado tanto de ese momento, me hablaste tanto de ella...

Me alegró tanto ver esa sonrisa llena de recuerdos en el patio de butacas...

Protegidas!

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