Cuesta creerlo pero a veces el caballero y la dama pierden sus formas. El caballero, silueta bien definida, cabello plateado que quiere arrancar destellos de luna llena. Pañuelo anudado al cuello, siempre perfumado, siempre a juego. Y sus zapatos limpios, que no se diga. Porte elegante y mirada de quien sabe tantas cosas. Especímen que quiere vivir (¿quiere vivir?) su existencia pasando sus días cual novela de aventuras. La dama, melena al viento e invisibilidad en las venas, mueve los hilos detrás de la cortina, mueve a su antojo las piezas, se divierte y amenaza.

Y yo me pregunto, ¿quien mató al caballero? ¿No fue la esencia del caballero en sí misma? Lo fue. Qué insospechado giro dan los acontecimientos. Qué maquiavélico dios destino enfrenta la dama con el caballero. No siempre se puede ganar, pero ¿quién habló de ganar?.

Reflejo de vidrios rotos de un espejo. Caleidoscopio infinito. Inventario de estrellas. Belleza por belleza. Y tú sin sospechar nada.

¿Quién mató al caballero? Esta vez sí he necesitado el diccionario... Y es que no es tan fácil descubrir el significado de esta vida, pero sí es el único que me apetece descifrar.

1 comentario:

Tony Amesty dijo...

Creo que el caballero fue victima de la ciudad, moderno progreso.

Un abrazo

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