Bajo el globo caen los copos.
Ante los ojos de mi memoria, sobre la mesa de la maestra se materializa la pequeña bola de cristal. Cuando nos habíamos portado bien, se nos permitía darle la vuelta y sostenerla en la palma de la mano hasta que cayera el último copo al pie de las montañas dentro escondidas. Aún no había cumplido siete años y ya sabía que la lenta melopea de las pequeñas partículas algodonosas prefigura lo que siente el corazón durante una gran alegría. La duración se ralentiza y se dilata, el ballet se eterniza en la ausencia de obstáculos, y cuando se posa el último copo, sabemos que acabamos de vivir ese instante fuera del tiempo que es la marca de las grandes iluminaciones. A menudo, de niña, me preguntaba si estaría a mi alcance vivir instantes semejantes y encontrarme sin querer en el corazón del lento y majestuoso ballet de copos, liberada por fin del tiempo.

Me equivoqué. Del todo. No es para mi.




2 comentarios:

EsSa dijo...

No conocía esta canción... Gracias por descubrírmela.

Un saludo.

MAy-Näe dijo...

ohhhhhhhhhhh!que cancion mas bonita...es tan ...

bonita como una fria mañana en la que los copos...frios copos se resbalan por tus mejillas!!

te quiero

un beso guapa

Diosa

Protegidas!

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