Por lo general, nada más levantarme, enciendo la radio. Me despierto al ritmo de la cálida voz de mi locutor favorito. Pero hoy, nada más levantarme, he escuchado algo a lo que no estoy acostumbrada. No sabía de quién era. No sabía por qué lo estaba escuchando. Caprichos del destino.
La música no es sólo un placer para el oído, como la gastronomía lo es para el paladar, o la pintura, para los ojos. Si pongo música por la mañana tampoco es que la razón sea muy original: lo hago porque en este verano determina el tono del día. Es muy sencillo y a la vez muy complicado de explicar. Y cuando me abandono a pensar nunca me viene mal un poco de música. La prefiero desconocida, para no prestarle mucha atención. Y, a veces, prefiero no entender la letra. Guiarme por sus pulsiones. Por lo general, para entonces escucho jazz, o como hoy, escucho a Dire Straits (viva el mp3).

1 comentario:

Juanma González dijo...

No sabes la enorme sonrisa que se ha dibujado en mi cara despues de leer estas lineas. Grande, grande, muy grande...

Me encanta esta canción... para mi es de las mas grandes de la historia de la música. Y nunca lo he pensado porque la letra me gustase especialmente.

Un beso.

Juanma.

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