Todos los días, siempre temprano y siempre a la misma hora llegaba al banco en el que trabajaba desde hacía más de cinco años.
Ordenaba todas sus cosas, preparaba todo lo que tenía que preparar... Y si podía, cuando aún no había llegado su cliente más madrugador, desayunaba en el bar de la esquina. Era curioso verlo con su traje excepcionalmente elegante, rodeado de sus compañeros. Siempre les hacía reír, por eso nunca estaba solo. Y quizás fuera eso lo que más agradecía.
Él siempre decía que disfrutaba trabajando en su banco. Es más decía que él disfrutaba trabajando. Y esto no se encuentra todos los días.
Pero cuando te explicaba que le hacía feliz hacer felices a los demás entendías el porqué. Le gustaba hacer reír a todo el mundo, le enternecían los niños que miraban con avidez para intentar descubrir su próximo movimiento. Puede que fueran ellos los que más valoraban su esfuerzo con las marionetas, sus malabares o sus trucos de magia.
También puede que el fuera el único juglar que quería llamarse tal en pleno siglo XXI.Sorpresa. Me parece que esperabas un tipo trajeado y además director de banco. Pero nadie dijo que todos los que trabajaban en un banco tuvieran que ser banqueros.

2 comentarios:

Saturnino Domínguez dijo...

Me fascina su blog.
Muchas gracias por hacerme recuperar la ilusión por la lectura,una afición que tenía un poco olvidada.Es que entre los cursos de ordenador y todo no daba para más.
Que sepa que aquí tiene a un admirador.
Atentamente,
Saturnino

P.D:Por cierto,enhorabuena por las fotos también,están muy logradas.

London Inspection dijo...

Aunque echo de menos la anterior entrada, tengo que decirlo: esta me ha dibujado una sonrisa muy amplia en un dia no del todo bueno. No se... una cierta envidia sana por parecerme a ese juglar que describes. Gracias.

Lucas.

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