Creyeron que algún día sería reina de un castillo enorme. Con muchísimos torreones que tendrían infinidad de ventanas. Escuché que por cada habitación podría ver un atardecer diferente. Y que cada una de ellas también me daría un paisaje distinto cada vez que mirara. Que cada día lo primero que vería al despertar sería la belleza de un cielo tan azul que parecería que se fuera a romper. Y todo aquello era cierto. Todo marchaba bien. Pero, o bien porque no era para mí o bien porque no me lo merecía, no acabé siendo reina. Ni tampoco princesa.
Lástima que en todos los gemelos haya uno que nazca después.

1 comentario:

London Inspection dijo...

Tal vez una reina no pueda disfrutar como lo puedes hacer tu de un atardecer de fuego, un anochecer de plata... un paisaje distinto en cada ventana. Ventajas de ser el gemelo que nace el segundo.

Protegidas!

About

:)