Y lo cierto es que llueve. Y hoy me he mojado sin importarme si quiera por buscar un sitio en el que aguardar que pasara la tormenta. Hoy llueve, otra vez. Aunque mientras esperaba a mi sol no imaginaba lo que ocurriría a continuación. Y lo cierto es que no me ha gustado mucho.

- ¿A los gatos les gusta la lluvia? Qué más dará eso ahora, ¿verdad?
- No, a mi me importa.
- Pues bien, la respuesta es no. No, a los gatos no les gusta la lluvia.
- Pues hoy he visto un gato. Bajo la lluvia. Y encima lloraba.
- ¿Por qué llorará un gato?
- Por el tiempo, creo. Que se le escapa. Se le escapa el tiempo y no sabe como pararlo. Creo que todo se le ha puesto en contra y el tiempo no ayuda.
- ¿Tendrán los gatos reloj?
- Sí, de pulsera. Y les dan cuerda todas las noches antes de ir a dormir. Por si acaso. Por si acaso el día de después es mejor. Por si acaso el tiempo da una tregua.
- Malditos gatos. Les voy a comprar relojes a pilas.
- Eso seguro que lo arregla todo. Pero, creéme, a este gato se le escapará el tiempo igual. Lástima. Jamás debió empezar sabiendo que no le daría tiempo, ¿no crees?

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