Esperó en vano sus cartas. Al marcharse quiso saber cómo era su nueva vida. Empezó a preocuparse por la hora en la que el cartero entregaba el correo, y si algún día se retrasaba aumentaba su espera esperanzada por recibir una carta, una postal, una nota. Pero todo era, como ya he dicho, completamente inútil. Las cartas que ella escribía jamás llegaron. Por ninguna razón en especial. Nunca llegaban. Simplemente no querían llegar.

Pero es que a mi me pasaba lo mismo, tus cartas tampoco llegaban. Así que me enviaste una canción con un mensaje cifrado dificilísimo...


3 comentarios:

Pau dijo...

Recuperarlas una a una, tampoco fue tan malo, ¿verdad?

Tony Amesty dijo...

Enviar una carta es una excelente manera de trasladarse a otra parte sin mover nada, salvo el corazón.

Un abrazo

EsSa dijo...

A veces no llegan porque no se tiene el valor de llevarlas al buzón... y otras, como bien dices, no se descifran.

Un saludo.

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